Hoy viernes y después del famoso Viernes ( no tan famoso como Diofanto), un pequeño relato sobre los viernes, cortesía de la señorita "X"
Nunca me muero en viernes. El lunes ya comienzo a ponerme un poco
nervioso. Cierro los asuntos más urgentes en la oficina. No querría
dejarle a Villuendas la pila de papeles y los clientes más difíciles.
Así que me quedo hasta las tantas y adelanto el trabajo de toda la
semana. El martes le intento explicar a Carmen que no pienso volver con
ella, que quiero a mi mujer y que no sé manejar dos historias a la vez.
Me preocupo por Carmen pero no como a ella le gustaría. Carmen parece
que no lo entiende, no acepta mi negativa semanal. Le gusta gimotear una
disculpa entre sollozo y sollozo, pero luego insiste con lo de volver.
El miércoles invito a desayunar a mi padre, él lo considera una buena
costumbre, sorbe el chocolate a través del hueco vacío que tiene entre
dos dientes. Me pregunta por mamá, si ella está bien, si se está viendo
con otro hombre. Papá siempre se come tres churros y deja dos en el
plato. Me pide prestado algo de dinero. Nos despedimos con un apretón de
manos y una palmada en el hombro. Conforme avanza la semana, no puedo
evitarlo, estoy pendiente del teléfono, por si aquella voz desconocida
vuelve a llamar para decirme que moriré otro día que no sea viernes.
Pero no, lo dijo bien claro, morirás en viernes. Y colgó. El jueves es
el día de mamá. Quedamos para comer un menú de esos baratos. Ella
siempre llega antes que yo. Me espera en la barra mientras se toma un
carajillo. No ha terminado de recuperarse de la operación de rodilla y
esta semana le dan los resultados. Para no preocuparla con lo de mi
muerte le digo que el domingo iré a comer a casa y que llevaré el
postre. El viernes madrugo sin necesidad de despertador. Llamo entre
susurros a la oficina y digo que no me encuentro bien, que no me
esperen. Marisa duerme, o hace como que duerme, a mi espalda. Me doy una
buena ducha y me afeito despacio. Vuelvo a meterme en la cama. A Marisa
le encantan los viernes porque dice que hacemos el amor como si
fuésemos a desaparecer del planeta. No tomamos precauciones porque a mí
me encantaría dejarla embarazada de nuestro primer hijo. Después de
remolonear un poco, hago el desayuno y pongo una lavadora. Nos ponemos
cómodos en el sofá y miramos las fotos de cuando éramos jóvenes. Observo
a Marisa de reojo, mientras hace algún comentario de lo flacos que
estábamos y la formidable mata de pelo que sobresalía de mi cabeza. Qué
guapo estabas, me dice. Saco a pasear al perro y recojo el correo del
buzón. Nunca sé a qué hora se muere los viernes. Imagino que será
después de la siesta. Pero no me muero y el sábado y el domingo no puedo
evitar sentirme engañado. Noto que me cambia el carácter. Será la
próxima semana, pienso. Aquella voz dijo que sería en viernes. Y yo le
creí. Nadie te llama para decirte que vas a morir en viernes y miente.
El lunes comienzo a ponerme un poco nervioso y adelanto el trabajo de
toda la semana en la oficina.
este relato breve referido al viernes es de Gonzalvo.
ResponderEliminarLa señorita X propone lecturas de diferentes autores, ella no ha escrito el relato sobre el viernes
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