Igual que los grandes periódicos reservan grandes firmas para sus ediciones dominicales nosotros hacemos lo mismo y volvemos a disfrutar de uno de los relatos de nuestra señorita X.
En el colegio, los niñitos y chiquitas de 4 años se esforzaban afanosa y
entusiasmadamente realizando dibujos libres . La intención y el
propósito de la maestra encargada de la biblioteca era establecer un
correo interno entre los alumnos. Cada uno de ellos debidamente metidos
en sobres irían a los destinatarios elegidos por los autores
remitentes. Hasta ahí parecía todo y del todo empresa posible( cosa que
jamás se debe afirmar cuando de infantiles se trata). Que ingenua yo,
después de tantos años tratando con lo más menudo de la escuela, ilusa.
Como suele pasar, la maestra(yo misma) se apasiona y empecina en lograr
el buen acabado. Así que, uno por uno, fui preguntándoles a quien
deseaban enviar su carta. Ellos, entregados (pobrecillos), como también
acostumbran, me sometieron con su mejor voluntad a hacerse entender y yo
con mi mejor paciencia a que fueran escribiendo la única palabra que
podían, su nombre, en el lugar del sobre adecuado para tal fin ( que por
supuesto, para más de veinte resultaba insuficiente, por qué no harán
los sobres mas grandes? Por que, Dios mio, por que?"- parafraseando a un
no se quien de la radio_). Luego, por pura misericordia, no sé si para
con ellos o propia, yo les iba escribiendo de mi puño y letra el
destinatario que me iban diciendo. Y aquí que le pregunto a uno y me
dice un nombre, por supuesto dando por hecho que yo lo conocía en
profundidad (pobrecillos), y al sorprenderle, no menos que si en ese
instante hubiera entrado una jirafa vestida de novia a la clase,
diciéndole que no sabía de quien me hablaba, le pregunto (saltándoseme
ya las lágrimas del esfuerzo) si es de infantil, si de primaria, si
estaba en matinal, si de comedor, si rubio o moreno, voy cogiendo pistas
pues me dice que regular... Al límite del abandono veo la luz al final
del túnel y pido ayuda a una nena, de las mas aventajadas, celebrando ya
con cierta precipitación el término de la investigación: Marina, tú
sabes quien es fulanito? Sí. Mi ánimo se recupera hasta los límites de
la euforia. Tú sabes si es de matinal? Sí. Y está en el comedor? Y antes
de responder, disparo : y con qué maestro está? Y muy colaboradora
responde para finiquitar: no se si va al comedor pero su maestro ... no
se tampoco. Y se fue a jugar.
Muy bueno seño, el día a día real de la reina del cole. Me encantaría saber la opinión de los plebeyos.
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